miércoles, 17 de abril de 2013

Venezuela: Lecciones de las elecciones


Venezuela: Lecciones de las elecciones

El estrecho resultado de las elecciones en Venezuela, casi empate con un 1,6 % de diferencia, relativiza el triunfo de Maduro y envía varias señales:

1.    El carisma y liderazgo del presidente Chávez, sumado a los resultados concretos en el orden social e incipientes avances en la construcción de un proyecto de democracia popular, permitieron ganar las últimas elecciones y neutralizar a los sectores más fascistas de la derecha venezolana.

2.    La correlación de fuerzas favorecía al proyecto bolivariano con una cifra cercana al 10% electoral y probablemente superior en los estamentos más jóvenes y pobres de la sociedad.

3.    La mala estrategia de propaganda de Maduro, vinculada de manera muy elemental a la imagen del Comandante muerto, y otros errores hicieron que esa diferencia desapareciera.

4.    Lo ajustado del resultado genera nuevas condiciones para Capriles y el proyecto neoliberal encabezado por EEUU que busca revertir la Revolución Bolivariana en Venezuela y la Región.

Un eje de la ofensiva anti bolivariana es el cuestionamiento al CNE y al sistema electoral venezolano desde el Departamento de Estado norteamericano. Aunque la Fundación Carter afirma que el sistema electoral venezolano es el más fiable y transparente, la prensa de derecha nacional e internacional se hace eco de los alegatos de la oposición.

En Venezuela el 80% de los medios está en manos de la oposición (aproximadamente un 70% de las audiencias) y las grandes corporaciones mediáticas internacionales también responden al proyecto estadounidense. De esta manera, los primeros enfrentamientos para un eventual derrocamiento de Maduro se dan en el terreno de la propaganda donde el chavismo comete errores y tiene menos fuerza que sus adversarios.

Al mismo tiempo se estigmatiza a los seguidores de Chávez de ser los violentos, extremistas, que reemplazan la protesta democrática por el uso de la fuerza. Al mismo tiempo ubica a los seguidores de Capriles en el papel víctimas que deben enfrentar el abuso de poder del Gobierno para defender la democracia.  

La estrategia contrarrevolucionaria que promueve EEUU se basa en los conceptos tradicionales de que dos fuerzas políticas con fuerzas casi empatadas deben “negociar”. Algo así como una concertacesión mexicana, donde el PRI acordaba entendimientos y cuotas de poder con el PAN. En su contraofensiva EEUU y Capriles andan buscando un “pacto” homologando la situación de Venezuela a la de otros países donde el poder y la gobernabilidad se pueden negociar. Pero eso sólo es posible en países donde los proyectos políticos en disputa no tienen grandes diferencias ideológicas de fondo. Como Demócratas y Republicanos en EEUU, Liberales y Conservadores en Colombia y otros casos similares.

En Venezuela estas tesis son inviables porque lo que se está confrontando son dos proyectos diametralmente opuestos. Se trata de dos propuestas antagónicas, donde está en disputa la hegemonía de un sector popular con un proyecto socialista contra una oligarquía neoliberal con estrechos lazos con el imperialismo norteamericano.

De allí la importancia del estrecho margen del triunfo electoral ya que la propaganda estadounidense hace aparecer como  lógico que - al no haber gran diferencia de votos - un pacto es lo acertado. En esa “lógica/ilógica" negarse a pactar hace aparecer a los herederos de Chávez como intransigentes y antidemocráticos.

Es en este contexto que el reclamo de voto por voto  termine por parecer razonable bajo dos argumentos:

·         Si el triunfo de Maduro es indudable, no debería haber inconveniente para volver a contar los votos y así ratificar la victoria.

·         Si los resultados son confiables, primero se deberían recontar los votos y luego proceder a la toma de poder por parte del vencedor.

Pero detrás de estos supuestos argumentos se esconde una trampa. Ni el CNE debe acceder al recuento total del voto ni el presidente Maduro debe postergar su toma de posesión.

Si el CNE acepta el recuento total de votos reniega de todo el sistema electoral venezolano que está totalmente automatizado y en todo el proceso efectúa 14 auditorías en el 54% de las mesas. Justamente la seriedad del sistema electoral es la garantía de la soberanía popular en Venezuela. Por eso es que Capriles no ha querido dirimir el asunto en los tribunales sino en la prensa, ya que no prosperarían sus denuncias de fraude.

Por esas mismas razones es que el presidente Maduro no puede posponer la toma del poder porque estaría dando razón a sus adversarios que saben que no van a ganar las elecciones sino que van a ganar espacios para seguir con su estrategia golpista.

La manipulación mediática quiere presentar al vencedor de las elecciones como un “mal perdedor” y a la violencia pro golpista como resultado de la violación a la voluntad popular.

 

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