Venezuela: Lecciones de las elecciones
El
estrecho resultado de las elecciones en Venezuela, casi empate con un 1,6 % de
diferencia, relativiza el triunfo de Maduro y envía varias señales:
1. El carisma y liderazgo del presidente
Chávez, sumado a los resultados concretos en el orden social e incipientes
avances en la construcción de un proyecto de democracia popular, permitieron ganar
las últimas elecciones y neutralizar a los sectores más fascistas de la derecha
venezolana.
2. La correlación de fuerzas favorecía al
proyecto bolivariano con una cifra cercana al 10% electoral y probablemente
superior en los estamentos más jóvenes y pobres de la sociedad.
3. La mala estrategia de propaganda de
Maduro, vinculada de manera muy elemental a la imagen del Comandante muerto, y
otros errores hicieron que esa diferencia desapareciera.
4. Lo ajustado del resultado genera
nuevas condiciones para Capriles y el proyecto neoliberal encabezado por EEUU
que busca revertir la Revolución Bolivariana en Venezuela y la Región.
Un
eje de la ofensiva anti bolivariana es el cuestionamiento al CNE y al sistema
electoral venezolano desde el Departamento de Estado norteamericano. Aunque la
Fundación Carter afirma que el sistema electoral venezolano es el más fiable y
transparente, la prensa de derecha nacional e internacional se hace eco de los
alegatos de la oposición.
En
Venezuela el 80% de los medios está en manos de la oposición (aproximadamente
un 70% de las audiencias) y las grandes corporaciones mediáticas
internacionales también responden al proyecto estadounidense. De esta manera,
los primeros enfrentamientos para un eventual derrocamiento de Maduro se dan en
el terreno de la propaganda donde el chavismo comete errores y tiene menos
fuerza que sus adversarios.
Al
mismo tiempo se estigmatiza a los seguidores de Chávez de ser los violentos,
extremistas, que reemplazan la protesta democrática por el uso de la fuerza. Al
mismo tiempo ubica a los seguidores de Capriles en el papel víctimas que deben
enfrentar el abuso de poder del Gobierno para defender la democracia.
La
estrategia contrarrevolucionaria que promueve EEUU se basa en los conceptos
tradicionales de que dos fuerzas políticas con fuerzas casi empatadas deben
“negociar”. Algo así como una concertacesión mexicana, donde el PRI acordaba
entendimientos y cuotas de poder con el PAN. En su contraofensiva EEUU y
Capriles andan buscando un “pacto” homologando la situación de Venezuela a la
de otros países donde el poder y la gobernabilidad se pueden negociar. Pero eso
sólo es posible en países donde los proyectos políticos en disputa no tienen
grandes diferencias ideológicas de fondo. Como Demócratas y Republicanos en
EEUU, Liberales y Conservadores en Colombia y otros casos similares.
En
Venezuela estas tesis son inviables porque lo que se está confrontando son dos
proyectos diametralmente opuestos. Se trata de dos propuestas antagónicas,
donde está en disputa la hegemonía de un sector popular con un proyecto
socialista contra una oligarquía neoliberal con estrechos lazos con el imperialismo
norteamericano.
De
allí la importancia del estrecho margen del triunfo electoral ya que la
propaganda estadounidense hace aparecer como
lógico que - al no haber gran diferencia de votos - un pacto es lo
acertado. En esa “lógica/ilógica" negarse a pactar hace aparecer a los
herederos de Chávez como intransigentes y antidemocráticos.
Es
en este contexto que el reclamo de voto por voto termine por parecer razonable
bajo dos argumentos:
·
Si
el triunfo de Maduro es indudable, no debería haber inconveniente para volver a
contar los votos y así ratificar la victoria.
·
Si
los resultados son confiables, primero se deberían recontar los votos y luego
proceder a la toma de poder por parte del vencedor.
Pero
detrás de estos supuestos argumentos se esconde una trampa. Ni el CNE debe
acceder al recuento total del voto ni el presidente Maduro debe postergar su
toma de posesión.
Si
el CNE acepta el recuento total de votos reniega de todo el sistema electoral
venezolano que está totalmente automatizado y en todo el proceso efectúa 14
auditorías en el 54% de las mesas. Justamente la seriedad del sistema electoral
es la garantía de la soberanía popular en Venezuela. Por eso es que Capriles no
ha querido dirimir el asunto en los tribunales sino en la prensa, ya que no
prosperarían sus denuncias de fraude.
Por
esas mismas razones es que el presidente Maduro no puede posponer la toma del
poder porque estaría dando razón a sus adversarios que saben que no van a ganar
las elecciones sino que van a ganar espacios para seguir con su estrategia
golpista.
La
manipulación mediática quiere presentar al vencedor de las elecciones como un
“mal perdedor” y a la violencia pro golpista como resultado de la violación a
la voluntad popular.