domingo, 15 de abril de 2012


Ciberactivismo, militancia doble click

Daniel Martínez Cunill

El proceso electoral mexicano ha generado una intensa dinámica en un sector de la sociedad interesado en la política y que posee los recursos necesarios como para tener una computadora y/o un teléfono inteligente. Aunque sólo representa a un grupo muy reducido de la población, el activismo cibernético podrá ser positivo­ en la medida que contribuya a reactivar el compromiso social y sirva para fortalecer la democracia participativa.

El ciberespacio es muy propicio para esta nueva forma de militancia, ya que permite interactuar y difundir todo tipo de información con velocidad y capacidad de retroalimentación casi inmediata. Los datos cuantitativos disponibles son aleatorios y parciales. Los datos cualitativos, más aún. Tal vez pasadas las elecciones habría que fomentar una encuesta en Twitter y FB. mediante la cual los cibermilitantes entreguen información sobre ellos y que, sin comprometer su independencia, arroje más luces sobre este universo.

Es interesante constatar además que aunque las redes sociales se reclaman democráticas y horizontales, poco a poco se van creando círculos de elite basados en el dominio de ciertos temas, del lenguaje o de la capacidad de síntesis. (Vital en el caso del Twitter).

Me parece ver a los followers agrupados en forma de pirámides que apuntalan otra pirámide mayor que depende y se nutre de la opinión de un líder que está en la cúspide. En las redes sociales coexisten la horizontalidad con la verticalidad. Por ejemplo, los partidarios de AMLO recogen información e ideas de los sitios oficiales de la campaña y se la intercambian una y otra vez (Hasta el infinito y más allá diría mi nieto). Esto es, suele existir una fuente original desde la cual las ideas descienden hacia los activistas.

Al mismo tiempo hay usuarios más creativos que generan ideas propias, o recrean y sazonan de humor y sarcasmo las que reciben. Así las comparten a  sus listas de seguidores. Hay otros grupos de usuarios que motivados por ideas contrarias o  de franca oposición ideológica, generan cruces de arriba abajo y oblicuos, hasta justificar en el medio su apelativo de REDES.

Presumo que pasados los comicios y sus conflictos poselectorales habrá mayor amplitud de criterio para valorar algunas de estas posturas, así como las evidencias de los resultados, que ratificarán o desmentirán algunas tesis actualmente inamovibles.  

En estas dinámicas  también se van creado nuevas jerarquías en torno a algunas personalidades de medios tradicionales que trasladan su fama a las redes. Un caso reciente es el de la valerosa e inteligente periodista Carmen Aristegui, que en apenas tres días en Twitter obtuvo  miles de seguidores, la gran mayoría de ellos radioescuchas de su programa radial que por su calidad es todo un referente.

Otros usuarios menos conocidos desarrollan una intensa actividad e incrementan su número de seguidores por la calidad, la veracidad y la oportunidad de la información que transmiten. En torno a este tipo de jerarquías revolotean miles de usuarios que reenvían lo que­­ reciben, como parte de una cadena que combina admiración, coincidencia y/o acriticidad.

En el lado negativo ubico a ciertos tuiteros que han reducido su militancia a la interacción virtual. Positiva y ­a veces exageradamente cordiales con aquellos de sus pares que comparten su visión o ideología; agresiva y a veces insultantes con aquellos con quienes discrepan.

Considero preocupante que a partir de afirmaciones que se hacen desde un Twitter y a partir de los sucesivos RT, se otorgue y valide el rango de “verdad” incontestable. Luego surgen comentarios que ya no ponen en duda el rumor, sino que lo potencian por la vía de la repetición.

Por ejemplo, un caso irrelevante pero que adquirió carácter de TT, fue una z mal tecleada desde las oficinas de Vázquez Mota que convirtió Tlaxcala en Tlazcala Allí tuvimos un aluvión de twitters recriminando la “ignorancia” ­­ de la ex Secretaria de Educación y derivando de esa realidad que quedaba demostrado que ella carece de los atributos para ser Presidenta. Cuando ya se supo el nombre de la periodista que fue culpabilizada del error, los twitters volaron en solidaridad con la perjudicada, pero ninguno se detuvo a analizar que el anterior TT, que condenaba la gramática de la candidata del PAN, no tenía asidero.

Por el contrario,  la tesis de la candidata con faldas pero con muchos pantalones me parece ofensiva, machista y ramplona. Sin embargo fueron muy pocas las reacciones en las redes sobre ese spot.

Las redes sociales también ofrecen la opción de una militancia negativa. Una cantidad de cuentas se abren con identidades ficticias con el exclusivo fin de dar RTs en contra de ciertas ideas o personas. Aquí tampoco es importante la veracidad, sino la cantidad de veces que esa idea se repite y cuántas de ellas provienen de gente que repite la información sin detenerse a meditar en su contenido.

Por una vía paralela corren los usuarios, que aunque sean reales incurren en la misma conducta y caen en los mismos vicios que se suelen reprochar a los medios tradicionales. Afirmar sin comprobar, no detenerse ante la fragilidad de las fuentes o negar la oportunidad a un eventual afectado para que de su propia versión. En esto los tuiteros suelen ser despiadados y en muchos casos no valoran que en lugar de aportar a la democratización de un medio de comunicación, desvirtúan su credibilidad.

En los tiempos del cólera propagandístico, ¿hasta dónde es cierto para los electores que los medios de comunicación distorsionan la realidad y que es necesario crear en las redes sociales circuitos de información alternativos que “digan la verdad”? ¿Podrán los cibermilitantes hacer pasar a sus seguidores del like al voto en la urna y así medir cuán representativos son, confrontados a los números totales de la ciudadanía?

Todo momento histórico tiene sus formas específicas de militancia. El actual, provee el privilegio de lo cibernético, que suma rapidez y multiplicidad de fuentes. 

Pero con la sociedad civil no se puede interactuar sólo por Twitter o FB. Por eso la militancia en los Movimientos Sociales se expresa en las calles con mayor amplitud y vitalidad, sin importar si son mayoría o minoría. Aunque no descarto que activistas de las redes sean al mismo tiempo líderes en la realidad, a mi juicio es aconsejable buscar un equilibrio entre el ciberactivismo y la militancia de “carne y hueso”, con contacto real no virtual.

Después de la Primavera Árabe y las experiencias de África del Norte el Poder se siente inseguro. Por eso no es casual que comiencen a surgir propuestas para tipificar como delito las convocatorias a manifestaciones públicas vía Internet. Las posibilidades de que se criminalice a los activistas están en relación directamente proporcional al miedo que sienten los gobiernos y los poderes fácticos a la capacidad de convocatoria que adquieren las acciones cibernéticas.

Aunque el Twitter sea un ave azul, su vuelo transita por canales y recursos tecnológicos que pertenecen al Estado y/o a empresas privadas. No es una forma de protesta social, sino un canal de expresión de ésta. De tal manera que los usuarios estamos expuestos a las limitaciones legales y sanciones que el Sistema pueda decidir contra nuestros derechos y libertad de expresión.

Estoy convencido de que el ciberactivísmo nunca reemplazará totalmente al contacto humano y la calidad de la relación directa con otros y otras que comparten la misma indignación y los mismos deseos de hacer posible un mundo mejor.

Ni el mejor streeming del mundo se compara con una plaza colmada de puños crispados, con mirarse a los ojos y decirse ¡compañera! ¡compañero! Para expresarse por Twitter hay que tener una computadora o acceso a Internet,  para ir a la calle basta con tener mucha rabia.

sábado, 7 de abril de 2012


Encuestas y Redes Sociales, todos manipulan

Daniel Martínez Cunill

Twitter, veloz pero no representativo

A falta de datos actualizados, calculo que las cuentas de Twitter en México, a marzo del 2012, rondan los seis millones, de un total de más de 30 millones de internautas existentes en México. (Ambas cifras aproximadas, en función de un estudio realizado por firma Mente Digital hace un año).

Un dato interesante es que sólo la mitad de las cuentas suelen estar activas y en su mayoría son las utilizadas por mujeres. En el 2011, el 52 por ciento de los usuarios de Twitter en México eran mujeres, en tanto que el 48 por ciento restante correspondía a los hombres, explicó entonces el director de Mercadotecnia Interactiva de esa empresa, Guillermo Pérezbolde.

Señaló también que el incremento en el uso de las redes sociales se da impulsado por el cada vez más extendido uso de los teléfonos inteligentes. Yo agregaría que las campañas electorales y la visión utilitaria de los partidos políticos han traído a las redes sociales un mayor número de usuarios, reales o virtuales, pero que inflan la cifra de usuarios.

Para abordar la vertiente política del uso de Twitter destaco que el Distrito Federal concentra 60 por ciento de los usuarios. Le siguen las ciudades de Querétaro con 4.0 por ciento; León con 3.0; Puebla con 2.0; Tijuana y Veracruz con 1.0 por ciento, en cada caso, y el 1.0 por ciento restante divido en otras ciudades.

Como en Twitter hay una marcada tendencia a hacer de la mayoría relativa una verdad nacional absoluta, me interesa destacar que el DF - de comprobado sello izquierdista - concentra más de la mitad de los llamados tuiteros. Esto significa aproximadamente que, de unos tres millones de tuiteros activos, cerca de un millón ochocientos mil están en la Capital del país.

Por estas razones es prudente que los seguidores de las distintas candidaturas se cuiden mucho en extrapolar los resultados y tendencias en las redes hasta convertirlas en una “opinión de mayoría”, ya que en realidad son una muy  pequeña expresión del universo de los potenciales votantes en las próximas elecciones.

El caso de los adeptos de la Izquierda electoral es el más preocupante porque desde Twitter buscan contrarrestar las cifras y las tendencias de las diferentes encuestas que miden el grado de popularidad de las cuatro candidaturas y donde su candidato ocupa por el momento el tercer lugar. Resulta difícil persuadirlos que, aunque la mayoría de los tuiteros puedan respaldar una frase de propaganda de AMLO hasta convertirla en TT, ello está muy lejos de ser representativo de las verdaderas tendencias electorales en México.

¿Cómo explicarle a un partidario de López Obrador que un elevado porcentaje en Twitter está lejos de expresar una realidad electoral? Difícil y compleja tarea porque median las pasiones y las convicciones políticas que nublan la racionalidad y los números y porcentajes no bastan. Si el 50 por ciento de los tuiteros del DF llegaran a apoyar un Hastag a favor de AMLO estaríamos hablando de unas 900 mil personas. Es decir nada muy representativo enfrentado a los votantes potenciales de la Capital.

Según datos de Proceso, Peña Nieto cuenta con 466 mil 881 seguidores en Twitter y Vázquez Mota, 378 mil 223. López Obrador,  el más pasivo y el que menos seguidores tiene de los tres, con 323 mil seis.

Sin embargo en el arranque de campaña de los candidatos presidenciales, Andrés Manuel López Obrador, se mantuvo entre los Trending Topic (TT) de Twitter durante la mayor parte de ese día con el hashtag “#HoyYMañanaConAMLO. Esta etiqueta y la del candidato presidencial del PRI #EPNContigohastalospinos, alcanzaron el primer lugar de los TT por momentos.

Del punto de la efectividad fue más hábil Peña Nieto, quien difundió sus cinco “grandes compromisos” para cambiar a México: 1) Recuperar la paz y libertad de los mexicanos; 2) Un México incluyente y sin pobreza; 3) Más educación y de calidad para todos; 4) Crecer para generar más y mejores empleos y 5) Recuperar el liderazgo y orgullo de México en el mundo”, escribió el twitter del priista.

Por su parte AMLO se limitó a informar a través de su cuenta que se dirigía a Macuspana, Tabasco a su primer acto de campaña y refirió que en la conferencia de prensa mañanera que encabezó en la Ciudad de México había recordado que “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.

En twitter aún hay mucho que aprender.

¿Queda todavía opinión pública?

Mucho se ha escrito sobre la influencia que tienen en la ciudadanía los sondeos y las encuestas publicadas en los medios de comunicación, en especial en los períodos electorales. Grandes cadenas de Televisión, periódicos y otros medios se convierten por obra y gracia de sus mediciones en representantes de la “opinión pública” y oráculo de los resultados.

No escapa a nadie que las tendencias y resultados se convierten en distorsionadores del carácter democrático de las elecciones al bombardear a los votantes con “vencedores” de encuestas. Pero responder calificando a los encuestadores como vendidos, o descalificando sus encuestas porque están “cuchareadas” es muy primitivo y poco conducente.

Sobre el tema de las encuestas el sociólogo John Zaller estableció cuatro reglas: Recepción y conocimiento, Aceptación, Disponibilidad y Respuesta. Trataré de usar esas categorías para desarrollar la idea.

1.- Recepción y Conocimiento.

No todos los mexicanos se interesan por los mismos temas ni todos otorgan la misma importancia a la política. Esto es vital en una encuesta porque mientras más conozcamos de los partidos y candidatos tenemos opinión más formada y en esa medida somos menos manipulables. A la inversa, los ciudadanos que no se interesan mucho en la política son susceptibles de manipulación a la hora de contestar.

Si se nos pregunta por lo que conocemos mejor  seguramente tendremos una idea muy precisa de lo que opinamos. Por ejemplo, si se pregunta ¿Cuál es el principal problema de México?, seguramente la Seguridad va ser lo más mencionado. Pero si a la misma persona le preguntan ¿Cuál es el problema que más le inquieta a Ud?, es muy probable que las dificultades económicas y el empleo ocuparán el primer lugar.

Si en estos tiempos de Felipe de Jesús le preguntan a un mexicano promedio ¿Cree Ud. que Calderón ha logrado bajar la violencia? Seguro que la mayoría va a decir que no. Y si a reglón seguido le preguntan ¿Votaría Ud. por la candidata del PAN o preferiría otro candidato? La gran mayoría se inclinará por otro candidato. La tercera pregunta es obvia, ¿de A o B cuál cree Ud. que puede darle mayor seguridad?

2. Aceptación.

Según la segunda variable de Zaller, los encuestados tienden a rechazar ciertas opiniones si creen que van en contra de su ideología.

En este caso lo esencial es la forma en que se formula la pregunta. Si preguntan ¿Está Ud. de acuerdo con negociar con el Narco? La gran mayoría de los encuestados van a decir que no. Pero si les preguntan ¿Con tal de conseguir la paz en México se vale negociar con el Narco? Seguro que muchos de los encuestados responderán a favor.

Si se eligen ciudades fronterizas del norte del país para este tipo de consultas y luego se hacen preguntas que asocien la seguridad al pasado donde “estas cosas no pasaban”, es muy probable que los resultados nuevamente se inclinen por determinada candidatura identificada con lo conocido.

3. Disponibilidad.

Las opiniones dominantes o más extendidas en México son “Antes estábamos mejor”, “Había más comida y chamba” o bien “Antes el Narco no mataba inocentes”, y estas certezas, aunque no sean demostrables, influyen sobre las respuestas de los encuestados.

Así entonces, bastará combinar las preferencias y disponibilidad del universo a encuestar con una batería de preguntas que deriven de la opinión dominante para manipular los resultados.

4. Respuesta.

Por último, si los encuestados reciben varias opciones sobre un tema, escogen como respuesta el punto medio o el más cercano a sus planteamientos ideológicos.

En esta parte es donde la Televisión y los grandes medios de comunicación tienen las mejores opciones para “crear” respuestas, ya que mediante diversos recursos pareciera que ofrecen alternativas pero en realidad acotan el espacio y van induciendo al elector a la elección que de antemano seleccionaron.

Mientras más sesgada sea la propuesta de los medios, menos elementos tendrán los ciudadanos para formarse una opinión propia y la tendencia natural será optar por aquellas que reiteradamente les fueron presentadas como las más idóneas para gobernar.

Ni las encuestas están cuchareadas ni la televisión miente. Lo que sucede es que aumentó la manipulación porque al ciudadano elector no se le permitió tener visiones alternativas de la realidad. La lucha contra este fenómeno pasa por reglamentar de otra manera las campañas electorales y regular mucho más aún el uso de los tiempos en los medios de comunicación.

No se le puede faltar el respeto a la ciudadanía, que lucha por la democracia, a nombre del respeto a los medios,  que manipulan la libertad de expresión.


jueves, 5 de abril de 2012

¿A qué le teme Felipe Calderón?
Daniel Martínez Cunill
Cercanas las elecciones presidenciales en México es bueno recordar que el gobierno de Calderón inició con un gran déficit de legitimidad. No discutiré si hubo fraude o no. Sólo señalaré que el propio Calderón sabía en el 2006 que asumía el gobierno en un contexto de repudio y cuestionamiento al poder que iba a ejercer.
Por ello, la razón profunda de Calderón para desencadenar la guerra contra el Narco, sin estrategia, sin inteligencia previa, sin depurar los aparatos policiales e improvisando acciones, fue el temor, porque había violado desde el primer día las normas que le hubieran dado la legitimidad necesaria para que la ciudadanía acatara su derecho a mandar.
Es obvio que Calderón nunca leyó a Sun Tzu que enseña: “Quien gana un combate es fuerte, quien gana antes de combatir, poderoso. La verdadera maestría es vencer sin combatir”. A cambio, Calderón ávido de legitimidad, se entrega en manos de militares y policías, muchos de ellos corruptos, y desata una guerra que no tenía ganada ni podía ganar por improvisada.
Para lograr la aceptación cualquier gobierno requiere, desde antes de asumir el poder, gozar de lo que llamaríamos una¬ legitimidad previa El fundamento del poder reside en su legitimidad y sus posibilidades de construir la paz y la seguridad dependerán del respeto a un conjunto de normas ya incorporadas en la sociedad y generadas en sus orígenes desde el consenso. Tanto la seguridad como la paz que emanará de ella sólo se pueden alcanzar si el poder ascendente se sustenta en una legitimidad previa.
Incluso, aún y contando con legitimidad, el accionar inicial de un gobierno es el que habitúa progresivamente a los ciudadanos a dar su aprobación mayoritaria. Es decir que Calderón debió demostrar primero que respetaba las leyes y principios para que posteriormente el pueblo lo respetara a él y sus decisiones.
Un dramático ejemplo de esto, fue la frenética cacería de capos de la droga. Puestos los ojos en figuras paradigmáticas, como el Chapo Guzmán, que encarnó durante todo el sexenio la figura del mal, las autoridades fueron mostrando a la población figuras capturadas de segundo o tercer nivel, presentadas como exitoso resultado.
La ciudadanía comenzó a habituarse al show mediático que acompañaba a esas detenciones y la credibilidad decreció. Al mismo tiempo las acciones militares/policiales causaban injustas bajas entre la población civil, ajena al enfrentamiento. Calderón una vez más dio prueba de su miedo y, en lugar de reconocer el costo que estaba pagando la ciudadanía y corregir, habló de daño colateral.
Un caso que refleja esta dicotomía es la detención y presentación del delincuente apodado “La Barbie” que sonreía ante las cámaras y más que un criminal parecía un playboy, un “mirrey” como dicen los jóvenes. Hasta impuso tendencia en la moda por su manera de vestir.
La banalización de las capturas y el giro de crueldad con que respondió el narco a la guerra de Calderón cerraron un círculo infernal. Decapitados y colgados, agentes policiales infiltrados que al ser descubiertos eran masacrados, llenaron de pánico al gobierno y la respuesta fue más violencia, más represión, hundiéndose en una espiral absurda de empecinamiento encarnada en la frase “aunque no lo parezca, vamos ganando”.
Han transcurrido casi seis años y el error persiste. En ese sentido, el affaire Florence Cassez es paradigmático porque reafirma el temor de Calderón y su actitud de construir legitimidad desde la ilegitimidad. De allí que, en lugar de sancionar uno o varios policías por violar Derechos Humanos y no respetar el debido proceso, opta por empecinarse en su idea de legitimidad a partir de supuestos resultados y con omisión o indiferencia del Derecho como principio rector.
En su texto El Príncipe, Maquiavelo dice que la razón de la existencia del Estado es el orden y la seguridad y que para conservar el orden de un Estado hay dos formas: uno con las leyes y otro con las fuerzas. Aconseja a los mandatarios a hacer buen uso de ambas.
Pero el príncipe Felipe no leyó, o leyó mal, a Maquiavelo y quiso hacerse amar por los mexicanos por medio del temor a la guerra y donde él y los suyos jugarían el papel de defensores del pueblo. La doctrina militar de Calderón entonces, viene a ser una racionalización de su conocido “haiga sido como haiga sido”. Es decir, prescindiendo de la legitimidad y las formas, lo que cuenta es el resultado a favor del gobierno/ de su partido/ de las deficiencias y vacíos de su personalidad, y menospreciando la naturaleza de los principios internacionales que México ha suscrito.
Para Calderón nada tiene precedencia, no importan las violaciones, lo que cuenta es el resultado del cual emanará una nueva legitimidad. Vamos ganando, tenemos la razón, “haiga sido como haiga sido”. A cada fracaso agregó una dosis de su propio temor y se sumergió en una obsesión de violencia cuya hipotética victoria justificaría todos los costos sociales y las violaciones a los Derechos Humanos. Culminará su gestión derrotado como General y aborrecido como Presidente.
Los temores de Calderón de ser juzgado por su incapacidad y el costo de una guerra fracasada lo hicieron propiciar un candidato presidencial del PAN afín a su postura y declarado incondicional. Ernesto Cordero serviría, en los planes del Príncipe Felipe, como garante y protector, de tal manera que cuando éste resultó derrotado por Josefina Vásquez Mota se reactivaron las preocupaciones de ser “sacrificado” por la candidata del PAN en busca de legitimidad.
En las postrimerías de su gobierno Calderón improvisó un “informe” en el que lejos de demostrar ánimo de rectificación o “mea culpa”, Felipe de Jesús confirmó que a lo que más le teme es a su propio miedo.